Gustav Klimt: genio y sibarita
Amaba el arte, la vida y las mujeres: el pintor Gustav Klimt no solo fue uno de los representantes más importantes del modernismo vienés y cofundador de la Secesión vienesa, sino también un verdadero sibarita.
Gustav Klimt: artista & personaje
Probablemente fue uno de los pintores más brillantes que jamás haya tenido Austria: Gustav Klimt. Nacido en Baumgarten, cerca de Viena, en 1862, comenzó su trayectoria profesional con cuadros históricos. A partir de 1890, desarrolló cada vez más su inconfundible estilo expresionista con los típicos ornamentos bidimensionales. En 1897 dejó el Künstlerhaus y ayudó a fundar la Secesión vienesa, una declaración de guerra a las directrices gubernamentales sobre el arte. El placentero estilo de vida de Klimt también es legendario, lo que se refleja, entre otras cosas, en sus suntuosas cenas. Y todavía se especula sobre sus numerosas relaciones con damas de la alta sociedad.
Las musas del pintor Klimt
Miles de millones de flores irradian un sinfín de colores y tonalidades junto con fragancias suaves o picantes, dulces o amargas.
Klimt en Austria
Sigue los pasos de Klimt
Si desea admirar las obras de Klimt en Austria, también podrá ver la arquitectura más sofisticada, ya sea en el moderno Leopold Museum o en las antiguas salas imperiales del Alto Belvedere.
Una pequeña joya muy especial es la Villa Klimt en Hietzing, cuyo pabellón en el jardín fue utilizada por el pintor como estudio y taller en su última etapa artística.
¿Qué hace que la arquitectura del pabellón sea tan interesante? En la década de los 20, el taller original fue "reconstruido" con una pintoresca villa, sin embargo, se conservó el taller de Klimt en el interior. El jardín de 6000 metros cuadrados de la villa es un pequeño paraíso en sí mismo.
Sigue leyendo para conocer el lago que le sirvió a Gustav Klimt como una gran fuente de inspiración.
Un gran amor: el lago Attersee
La gastronomía de Klimt
Gustav Klimt amaba la buena comida y no se escondía. Según declaraciones de sus compañeros artistas, "ingería su suntuosa comida con obvio placer, siempre dos o tres raciones de cada plato, y cada vez que le invitaban a casa de un amigo, siempre había dos raciones más para Klimt". El artista solía desayunar en la cafetería Meierei Tivoli, cerca de los jardines imperiales del Palacio de Schönbrunn, con café, pastel Gugelhupf y crema de chantillí; por la noche le encantaba elegir un asado Girardi o lechecillas a la Tegetthoff. En los restaurantes y cafeterías vieneses es fácil entender por qué este gran vividor valoraba tanto estos clásicos atemporales.
Lectura recomendada: "Zu Gast bei Gustav Klimt" (De visita en casa de Gustav Klimt) de Joachim Nagel e Isolde Ohlbaum